Y a veces ocurre que, de cuando en cuando, la historia de nuestra atormentada América, “esta América de color, taciturna” da a luz a uno, que levanta su mano poderosa para luchar, y por este medio, defenderla. Tal es el caso del uruguayo José Gervasio Artigas
José Gervasio Artigas (1764 – 1850), hijo de una familia de terratenientes, fue un militar estadista y un máximo prócer uruguayo.
Nació un 19 de junio en Montevideo, Ibiray cerca de Asunción. Pertenecía, por su origen a la reducida clase alta montevideana. Líder de los rebeldes de la orilla oriental, y encargado de arrollar a las fuerzas leales fuera de Montevideo. Para los generales (Buenos Aires), Artigas era un subordinado, pero por el contrario, fue un aliado independiente y un igual que se resistió -en todo su derecho- a reconocer la autoridad de Buenos Aires.
Artigas contaba con un ejército compuesto por las órdenes inferiores de las cuidades y aldeas, vagos del campo o gauchos. Poseía, no sólo fuerte tinte republicano, sino también, un carácter popular e igualitario. Fue seguido por todo el litoral, que reclamaba la misma autonomía que la margen oriental. Traicionado por el gobierno de Pueyrredón, Artigas fue expulsado hacia el norte, y halló refugio en Paraguay.
Allí, fue reconocido como líder natural de los insurgentes y el 18 de mayo de 1811, libró la victoriosa batalla de Las Piedras. Este fue el primer triunfo de los patriotas y también, el primer ejemplo real y concreto de “clemencia para los vencidos”, algo excepcional en aquellos tiempos de furia.
Entre mayo y octubre del mismo año, Artigas exige la rendición de Montevideo, y decide sitiar la ciudad, privándola de recursos. Sin embargo, el resultado no fue la caída de la ciudad. En respuesta a esto, se vió obligado a abandonar el suelo patrio para mantener viva la esperanza de reconquistarlo.
Así, proclamado “Jefe de los Orientales”, asumió la plena condición de conductor de su pueblo, y juntos hicieron que la experiencia del “Éxodo del pueblo oriental” sirviera para afirmar y consolidar un sentimiento de nación. La derrota, entonces, se iría convirtiendo en camino de esperanza.
El mencionado sentir de nación, empezó a concretarse cuando -retomado el sitio y abierta en Buenos Aires la Asamblea Constituyente- los representantes de los pueblos orientales convocados por Artigas al Congreso de Tres Cruces, fueron recibidos con aquellas palabras de tan profunda significación: “Mi autoridad emana de vosotros, y ella cesa ante vuestra presencia soberana”.
La imágen pertenece al Congreso de Tres Cruces
Coherente con el programa enunciado en las instrucciones que había impartido a los diputados orientales enviados a la Asamblea de 1813 y bajo la premisa de que “los más infelices serán los más privilegiados”, Artigas adoptó una seri de medidas tendientes a democratizar la sociedad. Por ejemplo, la abolición de la esclavitud y la distribución más equitativa de la tierra, con el objeto de fomentar su poblamiento. También estableció restricciones al reclutamiento, en la milicia, de hombres necesarios para la producción. Con estas medidas intentaba reorganizar la economía rural. Así, mientras mejoraba las condiciones de vida de los sectores populares sobre los que se apoyaba el movimiento artiguista, buscaba la colaboración de la elite montevideana, representada en el Cabildo de Montevideo.
Vinieron tiempos de lucha desigual y desenlace inevitable. El hombre que había liderado a su pueblo durante una década hirviente, viviría aún otros treinta años en el Paraguay. Allí le llamarían sus vecinos “el señor que resplandece”. Y con justicia resplandece aún su memoria. Como ser humano, tuvo aciertos y errores, acciones formidables y decisiones controvertidas, pero encarnó como nadie un sentimiento de patria independiente y altiva, republicana y liberal, sobre todo, abierta y solidaria con los más necesitados.
Artigas murió repentinamente, el 23 de septiembre de 1850, a los 86 años de edad.
En memoria del natalicio del prócer, en Paraguay, el 19 de junio es un día de fiesta patria, en el que se recuerdan sus importantes ideales, muchos de los cuales son pasibles aún de ser materializados para tener un país mejor.
Creado por:
Laura Escalante
Virginia Gersicich
Luciana Medley
Natalia Prieto
Vanesa Viteri
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